Look up and get lost

Look up and get lost

jueves, 24 de octubre de 2013

Esos días del mes..


Esos días del mes en que todo te saca de quicio, no te soportas ni a ti misma y lo sabes. Te da rabia estar así, que la mínima cosa te haga saltar, que de repente se te salten las lágrimas sin ningún motivo, que todo te sature el doble…
Harta del dolor, de las pastillas, de todo el mundo, si pudieras los mandabas a todos a la luna, a tomar por saco, sobre todo a tu compañera en estos días…

Que cada mes vuelvas a filosofar sobre la mierda que te pasa, llegando a la conclusión (siempre la misma) de que debería de ser de otra manera.

No sé como acabas odiando por instantes a los hombres, odiando o envidiando por no tener que pasarlo y preguntarte ¿Por qué a nosotras y a ellos no? Si no es “por qué a mí”. Sí, porque en esos momentos existes TÚ y “casi” solo TÚ, tooooodo pero todo todo te pasa a ti y solo a ti, a nadie más. Como si las cosas “malas” fueran cosa tuya.

En esos momentos no sabes si sentarte, tumbarte, subirte por las paredes o darles cabezazos. No sabes si reír o llorar, gritar o comer… al final acabas optando por la segunda de cada si no es por las cuatro. Aunque siempre acabas tirando independientemente de esto por alguna peli romanticona y si hay algo dulce para comer mientras mejor que mejor…


http://www.espoirvie.tumblr.com

Tienes ganas de ver a alguien pero a la vez de mandar a todo el mundo a tomar por culo, literalmente. Porque todo lo que pueda hacer te sacará aunque sea un poco de quicio.

Días en los que decides a quien te apetece ver y a quien no te apetece ver ni en pintura. En los que necesitas cariño, mucho cariño pero a la vez quieres estar sola. Días en que todo oscila entre sí y no, o en ahora sí pero no…

Días en los que te sientes insegura y lo odias, sientes que todo lo que habías superado vuelve a atormentarte y por un momento sientes que caes de nuevo…

Y de la depresión al subidón, el revuelo que “acaba” en: “¡Esto es Espartaaaaaaaaaaa!” Hay que darle muerte a esas PUTAS hormonas.

Y todo acaba en llanto, en risas, en locura, en: “¿Está drogada? ¿Está loca?”

No sé lo que estará pero sobre todo harta. Putos días del mes, que se vayan a molestar a otro. Que si no fuera suficiente por un mes tiene que venir otro y otro más… con sus consecuentes cambios de humor y bla bla bla… ¿la quieres? ¡Te la regalo!

Y a ver quién es el/la bonit@ que te aguanta.



Escrito por una mujer poderosa, fuerte e invencible, llena de rabia (bajón en 3…2…1…). 
          
                                                                                  


Una canción que siempre hace sentir mejor... http://www.youtube.com/watch?v=LH5V_VWF7q8

martes, 3 de septiembre de 2013

Dejemos el futuro para mañana...

Abrázame por detrás y por delante,

por los lados, 

por arriba y por abajo,

con los brazos y las piernas,

con amor,

con tus besos,

con tu olor,

méceme en tu pecho protector

al ritmo de tu corazón inquieto

y al tiempo tranquilo,

enamorado.


Indúceme al sueño profundo,
visítame en él.


Despiértame con eternas sonrisas,
apártanos del iracundo viento.


Unámonos en manos,
cuerpo,
y alma,
sirvámonos de apoyo continuo,
alcémonos cogidos en victoria.


Dejémonos caer y perder en besos y labios al tiempo,
volemos aunque sea por instantes.


Reguemos el mundo de alegría,

de la dulce sinfonía del amor,
de nuestro amor,
pero no dejemos que la llama incendiaria se apague,
que toquen lo que no es suyo,
que se inmiscuyan en historias ajenas,
desconocidas,
de las que nada saben.


Bailemos bien cerca, agarrados, 
por el camino de las flores,
sonriámonos como dos soles
reencarnados en sonrisas
traviesas,

felices,
perdurables,
pero a la vez renovadas a cada instante,
sin dejar de brillar colores
y alegrías varias.


Vivamos en pasado,
en presente,
y dejemos el futuro para mañana.

jueves, 22 de agosto de 2013

Quédate



Él tenía miedo de perderla.
Ella tenía miedo de perderle a él, de que huyera como siempre.


Un día él le pidió a ella que pidiese un deseo.

Ella le pidió que se quedase.

Él contento le prometió que no se marcharía.

Ella le puso la condición de que si se quedaba fuese solo si realmente lo deseaba, pues no podía obligarle a quedarse. Pero si se quedaba haría todo lo posible por que nunca tuviera necesidad de irse.

Él le confesó que la quería.

Ella se sintió afortunada pues le correspondía.

Él cumplió su promesa. Ella a cambio prometió que lo haría feliz. Pues su felicidad dependía de la de él, sin contar que la felicidad de él, era la de ella.

Y así fue como fueron felices, no sin dificultades. Pero nadie dijo que fuera fácil, nada lo es. Pongámosle por ejemplo reenamorar y enamorarse de la misma persona cada día.

Sin embargo, sólo aquel que realmente se lo propone lo consigue. Eran dos, eran uno, uno los dos, dos en uno. Y así con esfuerzo lo consiguieron.


Love

jueves, 18 de julio de 2013

Como un gato...



Como un gato observa a su presa te observo, así, detenidamente. Aunque el fin de quedarme pasmada observándote no es precisamente el de despedazarte entre mis fauces por diversión o curiosidad. Sino simplemente porque hay algo en ti que no puedo dejar de mirar aunque sea invisible. Como si te posases ante mis ojos y con un movimiento repetido hicieras tintinear un cascabel, captando mi atenta mirada. Y entonces lo hicieras saltar hacia mí, me lo acercases tanto que de la pura emoción quisiera tocarlo con mis propias "manos", extendiéndome para tu encuentro, para cogerte y no dejarte escapar.

Así te observo de lejos y de cerca, aunque nada de esto pase. De vez en cuando te paseas por la estancia, coges objetos, los dejas, das vueltas de aquí para allá concentrado en tu labor, se te ve en la cara y... me encanta. Me encanta mirarte, observar y analizar cada uno de tus gestos, gestos que nunca serán míos pero que puede que llegue a producir. Y de repente no sé si porque anhelas mi mirada o porque te sientes observado me miras en silencio y tanto tus ojos como tus labios sonríen y los míos no hacen más que corresponderte, pues me arrancas la sonrisa del alma. 

Casi un minuto después sigo sonriendo por fuera, lo que no sabes es que la sonrisa por dentro no se extingue sino que queda viva hasta el siguiente encuentro incrementándose en mi interior. Y así, sigo observando tu ir y venir como si encantada estuviese, como si esperase a que volvieses a mirar a que te acercases y me besases antes de hacerlo yo. 

Como un gato te observo detenidamente, con tiempo y paciencia, llena de excitación, espero sentada y sigo observando maravillada tu imagen frente a mis ojos brillantes. Espero a que llegue el momento en que mires. Una vez que lo hagas, no te dejaré escapar.

martes, 30 de abril de 2013

Soledad



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De nuevo vuelve a ser por la tarde, como cada día sobre la misma hora, es un hecho ineludible. El día empieza a decaer, todo se torna naranja, a veces incluso rosado, pero todos, todos los días se tiñen del color del recuerdo, de la melancolía, en ocasiones de soledad e incluso de desasosiego.

Hay quien no se da cuenta, que piensa en la mañana o en la noche, en lo que desea, lo que ha hecho en el día o disfruta de lo que está haciendo, bendita suerte la suya.

Yo en cambio soy de esas personas que se ponen a observar y piensan, y vuelven a pensar mientras el color de la melancolía me tiñe la piel, me ciega, me inunda y ese calor me abrasa pero no es tranquilizador ni motivador como los rayos de la mañana, esta nueva luz anaranjada me recuerda al otoño. A cuando las hojas caen y todo se vuelve de una belleza extraordinaria pero a la vez esconde un lado triste; el de las cosas efímeras, lo que se va y no se sabe si volverá. El delimitador de un final y un nuevo principio.

Todo está tan lleno y tan vacío al mismo tiempo, la gente pasa, sube, baja. Hacen sus vidas como si nada, como si fuera tan fácil no ver. Pienso en tantas cosas… en el pasado, en aquellos recuerdos tan bonitos que todos guardamos y que inevitablemente tienen el mismo color que la tarde; en las dimensiones del mundo y en lo solos que podemos sentirnos en ocasiones.

Pienso en “aquel” que llega a casa, se deshace de las cosas de durante el día, deja sus “pesos” en el sofá, aspira profundamente para quitarse todo lo exterior y que le invada un poco de “hogar”. Y siente, como otras miles de millones de personas en el mundo un sentimiento de soledad pegada a las entrañas. De repente, la música clásica invade el pequeño salón acentuando esa sensación hasta el punto de llegar a ser insoportable. Lo quita y pone la tele con tal de que una voz le acompañe, ¿si es por eso, qué más da que no sea una voz amiga?

Pienso en las casas grandes, en las casas pequeñas en cualquier lugar, no importa donde se esté para sentir la soledad, pues es como un perro, te sigue, te persigue, te olisquea, se te pega hasta hacerse inseparable, te es fiel como nadie. Te encuentra allá donde vayas, te sorprende en el lugar y el momento más inesperado. Con el tiempo aprende a convivir contigo y no quiere dejarte escapar. A veces conseguimos tapar esa sensación, hasta incluso podemos olvidarnos de ella por un tiempo indefinido, pero tarde o temprano, encontrará tu punto de flaqueza y te volverá a atacar, se apoderará de ti y tú te dejarás llevar una y otra vez.
Y así cada tarde te encontrarás en un mundo vacío, en una casa vacía y en una vida vacía pues el hombre no nació para estar solo. 

lunes, 18 de febrero de 2013

Músico del alma



Quiero cubrirte de besos, desnudando tu cuerpo sin prisa, como si el tiempo fuera eterno y nuestro, como si pudiéramos controlar las horas que vienen y van sin paradas para aquellos que quieran bajarse del tren, que desnudes tu alma y sea capaz de acariciarla por encima de todo con mi voz, con verdades que grita mi alma y atrae a la tuya.

La ropa resbala, los besos no cesan, la pasión nos quema. Como esclavos del deseo nos desatamos libremente entregándonos hasta el alma, hasta los secretos y deseos. Nos llenamos y vaciamos mutuamente. Liberados de un peso placentero, de una pasión desenfrenada; dos cuerpos se relajan, se amansan las bestias de corazones coraza, tocadas con guantes de terciopelo que no guardan más que manos que palpan lo impalpable, que tienen su propio lenguaje. Por un momento nos convertimos en traductores de caricias, de silencios y suspiros. 

Miradas espejo, reflejo del alma, sonrisas que queman en labios y entrañas.

Músico de caricias perfectas y armónicas, manos que hacen vibrar las cuerdas a su gusto, sin perder el ritmo    haciendo y deshaciendo su propia melodía.

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Quizás las manos del músico estén hechas para un propio instrumento o tal vez haya un instrumento hecho para él. Quién sabe...



domingo, 17 de febrero de 2013

Baile de sombras

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Pasos, se escuchan pasos. Pasos ligeros, como si entre paso y paso los pies rozasen el cielo. Caminar calmado pero decidido. Al otro extremo del pasillo, se escuchan pasos también. Pasos torpes que se han ido afirmando con el tiempo. Paso apresurado, indeciso…

Pasos que en la distancia se acercan, pasos rítmicos y acompasados sonando cada uno a su manera haciendo una melodía al andar.

Dos cuerpos atraídos por el baile, la pasión, su propio baile. Salen al jardín, un jardín precioso, lleno de las más maravillosas flores. Tan bien cuidadas que parecen eternas, permaneciendo bellas en el tiempo.

Ella se esconde en un laberinto que se encuentra en medio de dicho jardín, ni siquiera se da cuenta, sigue corriendo a su interior como si los pasos de su adversario fueran a pisar los suyos, como si la estuvieran buscando y en cierta medida es así.

Él, corre detrás, no sabe porque la está siguiendo, es algo que le llama. Algo que palpita en su interior, le quema, necesita ver su rostro, escuchar una explicación que él mismo no encuentra.

Ambos juegan al pilla-pilla sin saberlo, él la queda, va a por ella, en breves la tendrá a su alcance pues se ha perdido. Sin embargo, él conoce aquel laberinto como la palma de su mano. Ella huye porque es su deber, algo en su mente le grita “PELIGRO” pero en el fondo quiere que la alcance, que deje de seguir sus pasos y que por fin pueda desenmascarar “su miedo”.

Después de correr durante varios minutos, cae al suelo al tropezar con una leve elevación del terreno. Alza la vista y ve que ha llegado al centro del laberinto, un espacio precioso que la oscuridad de la noche y la única iluminación de la luna no le permiten apreciar con claridad. Pero aún así, ese sitio desprende algo especial.

 La mira y sonríe a pesar de que se encuentra de espaldas a él. Esa figurita envuelta en un precioso vestido  ha ido a parar a su sitio especial, su sitio preferido del jardín. Allí es donde aprendió a bailar llevado por la música que emanaba de su interior. Fue la manera en la que aprendió a conocerse a sí mismo, con la que con el tiempo se expresaba aunque nadie lo viera y ni siquiera hacía falta, pues no bailaba por enseñar lo que sabía, lo hacía simplemente porque con el tiempo se convirtió en necesidad, en su pasión.

Ella se giró rápidamente al oír el crujido de una rama, por fin se percató de que estaba ahí, aquel que le siguió como si de su sombra se tratara. En un primer momento sintió el impulso de echar a correr, de protegerse de aquel peligro que le acechaba. Pero fue entonces cuando las nubes destaparon de nuevo la luna, iluminando así sus ojos. Unos ojos tan sinceros, tan llenos de pasión, pero al mismo tiempo de incerteza, de duda, que era imposible dejar de mirarlos por querer adivinar que se escondía detrás.

Ella se levantó lentamente mientras él le tendía una mano. La cogió sin pensarlo demasiado, de lo que no se dio cuenta fue que desde que le vio los ojos por primera vez, no pudo dejar de mirarlos embobada, como enfocando con los suyos para encontrar la perspectiva correcta con la que encontraría lo que fuera que buscaba. Él se percató y sonrío divertido. Ella, al darse cuenta, le devolvió la sonrisa mientras intentaba disculparse con un gesto, intentando no parecer una lunática. Lo consiguió.

Empezaron una conversación ligera, sin silencios molestos, ni palabras o frases forzadas, conversaban como si ya se conocieran de antes. Habían conectado y en poco tiempo habían descubierto su respectiva pasión por el baile. No el baile en sí, no una palabra vacía, ni una acción repetida una y mil veces sin sentido, no. El baile en sentido pleno, con sus horas de dedicación, la pasión que uno le pone, el ser parte de sus vidas, el sentimiento. Esto era lo que marcaba la diferencia, el sentimiento. No era bailar por bailar era bailar sintiendo, poniendo parte del alma, bailar con los cinco sentidos.

Cuanto más se miraban, más se percataban de que en los ojos de su compañero se reflejaba la misma chispa que emanaban los propios. Algo que venía de allá dentro, algo palpitante que quería salir y mostrarse, algo perfectamente bello…

Se pusieron en pie sin mediar palabra, él la cogió de la mano con delicada firmeza y se acomodaron el uno al otro como si estuvieran hechos para ser pareja en el baile.

De no se sabe donde surgió música, calmada y apasionada música, que hubiese conquistado hasta a los oídos más duros y desacostumbrados.

Allí estaban ellos, una bonita noche de verano, bajo una enorme luna, en medio de un laberinto de preciosas flores de dulce y delicioso olor, cogidos, dejando fluir sus sentidos. Sacando sus miedos, sus alegrías, su dolor, su pasión, haciendo de todo ello, de sí mismos, un solo ser. En un movimiento perfecto, acompasado y rítmico,  totalmente perfecto por la pasión y el sentimiento, por sentir cada paso y movimiento. Por ser consciente de lo inconsciente, por no saber si reír o llorar acabando en un llanto de felicidad.

Dan vueltas y más vueltas sobre sí mismos, haciendo del mundo un borrón, algo distorsionado, secundario. Haciéndose protagonistas de todo lo que les rodea, sin darle mayor importancia. Las lágrimas riegan suavemente los pétalos de alguna flor, compartiendo la felicidad de dos seres que se han encontrado en su pasión.

Caen al suelo, mareados. Ríen y ruedan como niños, se buscan y se encuentran una y otra vez. Ella divertida escapa de sus brazos, corre por el laberinto encontrando la salida casualmente; se adentra en un mar de sábanas que alguien ha colgado detrás de la gran casa. Siguen jugando, creando sombras en las blancas sábanas, ríen e intentan imitar animales, objetos cotidianos y otras cosas mientras el otro las adivina. Cansados ya de este juego siguen corriendo como si les acabaran de insuflar vida, energía. Son inagotables.
Él es ahora el perseguido. La guía a una estancia preciosa, donde les esperan miles de velitas encendidas, delante de una cama enorme, que les invita a pasar.

Ella cuelga sobre una cuerda la sábana que ha robado del mar de sábanas del jardín, la que le ha servido de capa y protección contra el frío de la noche.

Se miran a los ojos tan profundamente que se leen el uno al otro, se entienden y sin mediar palabra se apoyan. Él acerca sus labios a los suyos, le acaricia la cara, el cuello... mientras ella hace lo propio.Se desnudan sentimientos, caen impedimentos, se toman conociéndose toda una vida sin conocerse, comparten, se dejan llevar, encuentran en el otro su parte del puzle. Crean más de lo que nunca crearon y, ahora lo hacen las sombras de dos amantes en una inocente sábana blanca.