Look up and get lost

Look up and get lost

sábado, 26 de septiembre de 2015

Otoño



De nuevo tú, con tus cambios de humor, de color… Las hojas se caen danzando en un baile de vueltas infinitas, contentas y tristes al mismo tiempo. Color de lo marchito, de lo que acaba cuando creías que no había hecho más que empezar… El frío que cala lentamente en los brazos vacíos de los amantes olvidados o de los jamás conocidos. Color de mil atardeceres en todo el mundo, color del calor incipiente en las chimeneas, que entra sigilosamente haciéndose de rogar.

Otoño, feliz primavera marchita llena de melancolía… Una pareja, jóvenes deseos, millones de recuerdos, un “nuevo” amor de hace varios siglos, nuevas experiencias ahora ya adquiridas, mil momentos de felicidad, para recordar…

Cualquiera diría que estás triste, que te apagas por momentos, que te dejas caer y arrastrar, que te haces sentir cada vez más, que cuando implora el viento, te estremeces…

Pero yo sé que albergas la llama de lo cálido, de lo verdadero, de lo auténtico y que nunca se apaga, simplemente se hace más intenso o más tenue. Invitas a reflexionar, a rememorar buenos momentos que, sobre todo tú, conoces.

Ya puede llover, que a buenas o a malas lo vas a acoger… Las ramas se enternecen, absorben las gotas del llanto más fino o del más salvaje, levantándose el perfume de lo divino, embriagándome de ti… 

viernes, 27 de febrero de 2015

Desesperación




El tiempo pesa, aplatana, el paso del tiempo pesa como un hombre atado a una roca que se hunde sin remedio en el mar. Agobia, crispa los nervios ver caer las horas, precipitándose hacia un nuevo día sin poder pararlas ni engancharte a ellas. Hacen vida sin ti, una vida paralela de la que tú participas sin querer…

Desesperación abrazada a tu cintura, acariciándote íntimamente y esperando tu reacción, ¿sucumbes o aguantas? Intentas negarlo pero sucumbes sin remedio, te abstraes del mundo, te ves desde lejos, un salto en el tiempo. Y de nuevo esa puta sensación, ¡qué desconcierto!

Rebobinas y reconoces en cada rincón ese amargo sabor del que tanto quieres deshacerte y no puedes, se aferra tanto a ti que te lleva a la nausea. Intentas correr, algo te frena. Da igual a donde vayas, los mil y un planes que tengas para escapar que de seguro irá contigo (ay, si fuera tan fácil…).

Cuatro paredes, una cárcel de la que puedes salir cuando quieras para ver desvanecerse el día, suicidarse la mañana como siempre a esta hora.

Vuelves al aquí y ahora pero hay un problema, tu máquina del tiempo te lleva al futuro, ipso facto. Te ves, tal cual, puede que unas arrugas más, tal vez no te ha dado por planchar… te reconoces en el ahora, en esa sensación que ha ido a anidar como un troyano  en tu portátil.

Y gritas: ¡Dios! Pero nadie te oye, no es que hables bajito o estés solo, es que hablas para dentro… para las lagunas emponzoñadas de tu interior. Las típicas en las que metes el pie de vez en cuando, como quien cae “dos” (sí, suelen ser más… ¿infinitas?) veces con la misma piedra.

Y es un círculo vicioso pues cuando crees que estás curado vuelve y te pregunta con malicioso interés que como estás. Viene de la mano de la soledad, te arrastra al desierto y allí te deja por un tiempo para que te marchites como una flor arrancada de los brazos de su madre.


Enciendes la radio y da igual lo que pongan  que todo suena tan triste como la música de tu propio funeral. No encuentras el estilo, la letra, la voz, el instrumento y… eso sí que es desesperante, así que optas por escribir, por escupir lo que te roba la inspiración y te hace vivir entre mierda.

lunes, 9 de febrero de 2015

Puertas... ¿Será la definitiva?



Puertas… se abren a cada minuto, se cierran otras, abandonándolas a su suerte. A veces se cierra o se abre la equivocada y otras, te llevas sorpresas (de todo tipo).

Cuando uno es temerario y no toma precauciones antes de abrir una nueva puerta,  corre el riesgo de coger una puerta pasajera, de corto estacionamiento. Tal vez no le importe, pero tarde o temprano pasa factura…

Hay puertas de todo tipo (grandes, pequeñas…) pero eso no importa, su valía se mide en cuanto coincide el secreto que una esconde con lo que uno busca. Y cuando la encuentra, cuando encuentra una puerta parecida a la que siempre ha imaginado y deseado, la abre expectante para ver que secreto esconde, qué futuro le depara y de vez en cuando se encuentra con un parche a todos los agujeros de sí mismo. En otras ocasiones el resultado es otro… se abre la puerta, se encuentra ilusión, un nuevo comienzo, se llena el vacío que hace que uno tenga la manía de abrir puertas sin mirar por la obertura primero. Pero esta sensación es efímera, y lo que al principio le llenó e ilusionó ahora le exaspera, le hace sentirse vacío de nuevo pero ahora en compañía. Y tarde o temprano las puertas chocan y se elevan las astillas, en más de una ocasión provocando chispas (por no hablar de mayores).

Y vuelve a empezar, su puerta cada vez más resquebrajada, descuidada… y siempre un poco más desilusionado, desesperanzado…

Demasiadas puertas le han elevado a lo más alto para después decepcionarle y dejarle caer…

Ya no cree que exista una puerta que esconda algo nuevo, distinto, mejor incluso, que le ilusione como antes, pero que resulte mejor que nunca. Pero un día cuando por razones propias se intenta deshacer de la última puerta que ha abierto en vano, encuentra por “casualidad” una nueva, más pequeña pero más bella, con todos sus pros y contras.

Tal vez no es la puerta que debería abrir, intenta alejarse de ella pero le es imposible, está en todas partes, en lo más hondo de sí mismo. Le ilusiona y le persigue, le interesa… eleva un nuevo misterio, una nueva aventura, tal vez una buena sorpresa…

Y con mano temblorosa coge el pomo, así sin querer, empieza a girarla mientras otra parte de él se lo impide, le queman las yemas de los dedos, pero la atracción es más grande, la fe lo es y abre la puerta de a poco por si se escapa algo que no esperaba, pero no sucede nada. Dentro todo es calma, un mundo nuevo pero de algún modo conocido. No todas las puertas que en algo se parecen resultan ser iguales, ni si quiera en aquello en lo que se parecen… Descubre la magia y decide permanecer con ella, no quiere deshacerse de su nueva y especial puerta.

Ésta pequeña y azulada puerta se da cuenta de que también ha elegido bien, una puerta más grande y dura, más resistente debido al tiempo, a la experiencia. Definitivamente es la adecuada, pues se complementan bien. Aún así de vez en cuando se siente demasiado pequeña, demasiado azulada… y piensa que tal vez su querida puerta grande ha cerrado puertas mejores (o que las puede abrir), de más valor, con las que se complementaba mejor, pero un día se da cuenta de que no es así y se siente la mejor de las puertas, o por lo menos una de ellas…