El tiempo pesa, aplatana, el paso
del tiempo pesa como un hombre atado a una roca que se hunde sin remedio en el
mar. Agobia, crispa los nervios ver caer las horas, precipitándose hacia un
nuevo día sin poder pararlas ni engancharte a ellas. Hacen vida sin ti, una
vida paralela de la que tú participas sin querer…
Desesperación abrazada a tu
cintura, acariciándote íntimamente y esperando tu reacción, ¿sucumbes o
aguantas? Intentas negarlo pero sucumbes sin remedio, te abstraes del mundo, te
ves desde lejos, un salto en el tiempo. Y de nuevo esa puta sensación, ¡qué
desconcierto!
Rebobinas y reconoces en cada
rincón ese amargo sabor del que tanto quieres deshacerte y no puedes, se aferra
tanto a ti que te lleva a la nausea. Intentas correr, algo te frena. Da igual a
donde vayas, los mil y un planes que tengas para escapar que de seguro irá
contigo (ay, si fuera tan fácil…).
Cuatro paredes, una cárcel de la
que puedes salir cuando quieras para ver desvanecerse el día, suicidarse la
mañana como siempre a esta hora.
Vuelves al aquí y ahora pero hay
un problema, tu máquina del tiempo te lleva al futuro, ipso facto. Te ves, tal
cual, puede que unas arrugas más, tal vez no te ha dado por planchar… te
reconoces en el ahora, en esa sensación que ha ido a anidar como un troyano en tu portátil.
Y gritas: ¡Dios! Pero nadie te
oye, no es que hables bajito o estés solo, es que hablas para dentro… para las
lagunas emponzoñadas de tu interior. Las típicas en las que metes el pie de vez
en cuando, como quien cae “dos” (sí, suelen ser más… ¿infinitas?) veces con la
misma piedra.
Y es un círculo vicioso pues
cuando crees que estás curado vuelve y te pregunta con malicioso interés que
como estás. Viene de la mano de la soledad, te arrastra al desierto y allí te
deja por un tiempo para que te marchites como una flor arrancada de los brazos
de su madre.
Enciendes la radio y da igual lo
que pongan que todo suena tan triste como
la música de tu propio funeral. No encuentras el estilo, la letra, la voz, el
instrumento y… eso sí que es desesperante, así que optas por escribir, por
escupir lo que te roba la inspiración y te hace vivir entre mierda.