Look up and get lost

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domingo, 16 de septiembre de 2012

La música del corazón


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Las notas del piano suenan en toda la estancia relajando a un cuerpo confuso, insuflándole vida, la que parece habersele escapado en un suspiro.

No hay nada que pueda decir, son tantas cosas que siente pelearse por dentro y tan pocas palabras para expresarlo todo...
En su interior se está librando una tormentosa batalla que imposibilita la calma. 
Dicen que después de la tempestad viene la calma, y así es, pero nadie especificó cuanto tiempo dura eso. 

Y así con el ir y venir de escalas interminables va dejándose llevar por la nada. 
Ahora son su manos las que hablan, cada nota es un pedacito de ese nuevo sentimiento que le corroe por dentro, aquel que le hace un ser frágil y humano, que lo lleva a los más alto para después hundirle en lo más profundo y oscuro de su ser para resurgir con más fuerza y para caer desde una altura mayor cada vez.

La estancia se vuelve luz, es él el iluminado, es la pasión con la que expresa su dicha y su desgracia a partes iguales, es el sentimiento que le abraza el que ilumina ahora la sala, todo aquello que tiene para dar y sin embargo tiene miedo a salir para ser compartido por miedo a ser dañado por ello.

Este es el motivo por el que no sabe si reír o llorar, lo que acaba dejando de ser una duda pues sus labios se despegan susurrando lo que su alma quisiera gritar y por sus ojos resbalan dos ríos destelleantes de emoción entremezclándose y acabando por ser los versos más bonitos y tristes oídos jamás sin ser desvelados al mundo audible de la ignorancia y el desinterés.

La composición improvisada va elevándose en un crescendo que conmovería a los corazones más duros transmitiéndoles exactamente el mismo sentimiento que el pianista siente, pero no es escuchado más que por viejos muebles y amplias paredes que le devuelven el eco de su solitud, de su muerte en vida.

Exhausto va aflojando el ritmo de sus dedos y el corazón deja lentamente de latirle desbocado, hasta sumirse todo en un silencio sepulcral.

Con el tiempo la luz se va apagando, las velas crepitantes se van consumiendo poco a poco hasta dejarle sumido en completa oscuridad, sin distinguirse con la oscuridad de la noche, pues ahora es todo uno.

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