Respirar forzoso, paisaje borroso, el eco de los latidos de
un corazón acelerado retumbando en sus oídos, el crujido de las ramitas que va
rompiendo a su paso. Pelo largo, dorado
y suelto ondeando en un vaivén debido a la velocidad.Pesadas gotas de sudor resbalan por su frente hasta
encontrarse con las de sus ojos, que caen en un llanto silencioso hasta
estrellarse con el suelo terroso por el que corre sin detenerse.
Después de lo que parece una eternidad avista un claro en
medio del bosque, pero justo antes de llegar a él, tropieza con las raíces
ensortijadas de un precioso árbol milenario cuya belleza fascina a todo aquel
que lo encuentra, pero ella cegada por el dolor y el llanto, no lo ve.
Se levanta lentamente, todo le da vueltas; en cuanto a
heridas solo tiene una pequeña magulladura en la rodilla y le duelen las manos
por intentar frenar la caída.
Es entonces cuando se da cuenta de que no tiene ni idea de a
donde le han llevado sus pies en su rápida huida. Está perdida, pero no le
preocupa, pues se siente segura bajo aquel árbol en el que se acaba de fijar,
el mismo que ha producido que su caída.
Sus ojos no pueden dejar de observarlo maravillados. Cada
una de sus enormes ramas es diferente a la anterior, nunca ha visto nada igual. Bajo aquel árbol todo parece ser mágico e irreal. Hasta ha llegado a imaginar
que encima de él viven seres fantásticos, que dotan de belleza no solo al árbol, sino también al lugar salido de un cuento de hadas, como los que le contaban
de pequeña.
Sus lágrimas se han
secado como por arte de magia y ya ni siquiera recuerda porque lloraba, y
tampoco le da importancia.
Opta por relajarse y tumbarse debajo de él arropada por las
grandes y duras raíces que se le clavan en la espalda, pero le da igual, eso no
es importante ahora.
Cierra los ojos y aspira el dulce olor a lluvia de tormenta
de verano, cosa que le impacta porque no ha llovido en todo el día, pero aún
así deja libre ese pensamiento que acaba entremezclándose con todos los demás.
Es todo tan maravilloso que pasan horas y horas antes de
darse cuenta de que está atardeciendo.
Si no fuera por un ruido casi imperceptible que la ha puesto
de súbito en alerta, hubiese permanecido días tirada ahí, sin dar señales de
vida.
Abre los ojos y allí está él, un chico misterioso que le resulta
familiar. Intenta hacer memoria pero no se acuerda de la ocasión en que lo
podría haber conocido puesto que jamás lo ha visto.
Este le coge de la mano con total confianza y la ayuda a levantarse sin mediar palabra, pero sus rasgos son tan amables que ella ni siquiera se para a pensar en el hecho.
Este le coge de la mano con total confianza y la ayuda a levantarse sin mediar palabra, pero sus rasgos son tan amables que ella ni siquiera se para a pensar en el hecho.
Una vez de pie, aprovecha que él se ha girado un momento
para observarlo con mayor atención, y sí, le suena, está claro que le suena,
pero no consigue recordar, le es imposible.
De repente él se da la vuelta, en un movimiento tan veloz
que ella no tiene tiempo a apartar la vista, cruzándose así sus miradas,
clavando él sus brillantes y penetrantes ojos grises en los suyos.
Ella se siente desfallecer, esos ojos, esa mirada que le ha
desnudado el alma, no es posible… no puede ser él, pero en el fondo sabe que no
hay ninguna duda. El mundo comienza a darle vueltas y está a punto de caer, si
no fuera porque él la sujeta fuertemente del brazo y en un movimiento
instintivo la atrae hacia sí.
Envuelta en ese abrazo fugaz ha tenido el tiempo y la
cercanía justas para oler su piel, dulce olor inolvidable, que despierta su ser
invadiéndole un anhelante deseo de pasión.
Suavemente la aparta de sí reteniéndole por las muñecas y la
mira directamente a los ojos, ella cohibida se aparta un poco, pero sabe que no
puede luchar contra ello, ya no, la fuerza de atracción es demasiado fuerte
como para soportarla sin caer en la tentación.
Le tiemblan las piernas, siente el palpitar de su sexo bajo el
vestido que ha decidido ponerse esta mañana. El corazón le late a mil por hora y en un imperceptible minuto la preocupación viene a su mente, seguro que él lo
oye, oye su corazón a punto de salírsele del pecho, acelerado.
Son solo imaginaciones suyas, pero hay cosas evidentes que
no pasan desapercibidas como su turbación o grado de excitación. Su cuerpo y su
mirada lo revelan todo, tiene las pupilas dilatadas y no es precisamente por la
oscuridad…
Se aleja un poco, pensando en marchar, en no dejarse caer. Intenta resistirse, por lo menos mostrarse fuerte, pero no puede, su
subconsciente lo ha decidido y la lentitud de sus pasos la traicionan.
Siente unas manos firmes asiéndole la cintura, que le atraen
hacía un cuerpo fuerte y firme. Manos que no tardan en resbalar acariciando su
cuerpo liberándolo de todo aquello que pudiera esconder su desnudez,
acompañándose de suaves besos ascendentes por el cuello hasta convertirse en
dulces susurros de ardiente deseo, de esos que te hacen perder el ánima.
Las manos de él la recorren lenta pero intensamente,
proporcionándole el placer del roce de la caricia perfecta en el momento
adecuado. Pronto ansía más y no conformándose con sus manos la explora también
con la boca, haciéndola desfallecer de placer.
Las caricias regaladas y las ganas de explorar son mutuas, jugando
así a complacerse recíprocamente.
Las ganas de saborear al otro se transforman en el deseo
irrefrenable de tomarse como si fuera la primera y última vez.
Sus ropas están esparcidas por el suelo, dibujando la escena
perfecta bajo la luna que ha empezado a asomar con su sonrisita pícara para
velar por los amantes, que ya extenuados yacen abrazados bajo aquel mar de
hojas que ahora caen en un silencioso vals.
La noche es mágica, las estrellas ofrecen un maravilloso
titilar y de no se sabe donde emerge el sonido de un apasionado violín
solitario. Cuyas notas no son más que la interpretación de la pasión de dos
seres que al fin se han encontrado.
No importa el tiempo ahora, ni los problemas, no importa
nada, solo ellos y su canción.
me encanto el texto, me metiste de lleno. Escribes muy bien cielo^^
ResponderEliminarMay R Ayamonte