Look up and get lost

Look up and get lost

domingo, 19 de agosto de 2012

Perdido en mí


Un día decidió partir, dejarlo todo atrás con la intención de conocer mundo, de adquirir experiencias, aprender a valerse por sí solo, él y su moto, la única cosa que en esta aventura podía demostrarle que era real, no era un sueño, estaba vivo.
La despedida fue corta y dolorosa, dejaba atrás a su familia y amigos, a todos aquellos que realmente le querían. Por eso marchó lo antes posible, sin pensarlo demasiado.
No se permitió mirar atrás en ningún momento porque sabía que aunque se mostraba fuerte y decidido, si en algún momento se decidía a girarse y  mirar las caras de ojos tristes de los que dejaba atrás, se quedaría y no partiría jamás, pero no lo hizo.
Tomó un rumbo desconocido, siguiendo la melodía inaudible de la vida, sintiéndose cada vez más vivo y despejado olvidándose de todo excepto de quién era y de donde venía, pero este era un viaje más que para conocer lo exterior conocerse a sí mismo, hasta donde podía llegar, cuanto podía resistir, buscaba la paz interior, vaciarse de todos los tormentos.
Y allí iba él, con lo necesario para sobrevivir un día, solo uno.
Cuanto más aceleraba más se olvidaba de todo excepto de su objetivo, su pelo ondeaba por el viento y la velocidad, su corazón latía desbocado, libre, y se sentía morir renaciendo una y otra vez, cada una de estas veces más vital que la anterior.
Con los años aprendió a sonreírle a la vida como no supo hacerlo antes, aprendió también a valerse con poco, muy poco, prácticamente no necesitaba nada, todo lo que necesitaba estaba en él.
Un día partió huyendo de su pasado, esto es por lo menos lo que él pensaba, porque realmente huía de sí mismo, los años le demostraron que esto era así.
Toda la gente que conoció en su viaje le enseñó una cosita más que le vendría bien en la vida, es entonces cuando aprendió a escuchar, y no solo a escuchar, a sentir las palabras, interpretarlas sin dejarlas escapar, crear su propia opinión a partir de experiencias, pues ya no le valía solo lo que dijeran los demás, no,  ahora y como todos, necesitaba aprender de lo vivido, pues no hay mejor manera para aprender que cayendo una y las veces que haga falta hasta darnos cuenta de que algo es así.
Las cosas que se aprenden mediante la experiencia no se olvidan y eso es una de las cosas que aprendió en su viaje.
No lo hizo todo rápido y corriendo pues todo tiene y lleva su tiempo, se lo tomó con calma, los años que le hicieran falta, el tiempo necesario, pues aunque corría sin detenerse, tenía tiempo, y no es que tratara de convencerse a sí mismo, pues sabía que era así realmente.
Cuando se creyó preparado para enfrentar la realidad de sus días pasados, capaz de querer con todo el corazón, de dar sin necesidad de recibir tomó la decisión de volver.
Cogió su vieja moto y emprendió el regreso por caminos terrosos llenos de grava que se levantaba a su paso. De vez en cuando una piedrecilla chocaba contra las ruedas de su moto, pero hoy como el día en que partió no se dejó distraer de su objetivo, que esta vez era llegar a casa con los suyos, mostrarles el agradecimiento que nunca supo como mostrar, ahora tenía tanto para dar, y todavía mucho tiempo por delante, pero las cosas habían cambiado para todos, pues después de tanto tiempo, todos serían un poquito más ''viejos''.
En todos estos años nunca dejó de soñar con volver a casa, todos los días pensaba en los suyos, en como estarían, en si lo echarían de menos, y en si la vida quería que se volvieran a encontrar tarde o temprano…
Y hoy era ese día, más temprano que tarde pues ya no había tiempo perdido, sino ganado y encontrado.
Y allí estaba él con su vieja Harley Davidson con la carrocería negra desconchada por los años, había sufrido lo mismo que su dueño, tempestades diversas pero días hermosos también, donde el sol lo bañaba todo de felicidad y un encanto especial. Pues como bien dicen ''después de la tempestad viene la calma'' y así era.
Los años no habían pasado en vano, pues donde siempre hubo una bonita y lisa melena negra como el azabache ahora no había más que pelo corto alborotado y gris. Le había crecido la barba que le daba un aspecto más masculino, sus rasgos habían cambiado, habían endurecido, pero esto no dejaba de hacerle más sexy, los años le sentaban bien, ahora era ''realmente'' un hombre .
Volvía por el mismo camino por el que había partido, una vieja vía del tren abandonada.
Ya casi estaba en casa, en su dulce hogar, y no podía evitar sonreír, lo que al principio solo era una leve sonrisa no pudo dejar de ampliarse a cada metro que se iba acercando.
Y allí a lo lejos estaba, la casa de su infancia, de su juventud, de sus sueños y ahora de su madurez.
El corazón le latía desbocado como cuando partió, pero esta vez era diferente, era por amor, amor a todo lo que había dejado atrás, a todo lo que realmente significaba para él.
Y ya a tan solo 2 metros vio salir a todos ellos, figuras conocidas y desconocidas a la vez, estaban todos tan cambiados, mostrando en sus rostros la manera en la que la vida les había tratado, pero sus ojos y sus sonrisas seguían teniendo la juventud y vitalidad de siempre, reflejando el amor que le tenían y recibiéndole con los brazos abiertos, pues le entendían y no le guardaban ningún rencor, que si alguna vez hubo ya había desaparecido por completo.
Ahora solo se oían gritos de felicidad, palabras bonitas, llantos felices acompañados de enormes sonrisas de dientes perfectos.
Abrazos, besos, mimos y caricias…
Noches enteras sin dormir por querer recuperar el tiempo ''perdido'' en las que se contaban fascinantes historias tan reales pero fantasiosas que parecían surrealistas, historias inventadas, pero no, la realidad podía superar con creces el sueño.

Nunca se arrepintió de haber partido, pero menos se arrepentía de volver.


No hay comentarios:

Publicar un comentario